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“ El pasaje, no es más grande que una puerta. La roca os rodea repleta de símbolos. Una extraña sensación recorre vuestro cuerpo, como un escalofrío. Después de andar durante mucho tiempo, de subir y bajar escalones, dejando atrás continuamente otras aberturas que salen en todas direcciones, llegáis hasta el final del tramo. El Tekerin Nilraek, parece agotado y tenso. Os muestra los Kalkas que habíais pedido ver. La complejidad de todo lo expuesto choca de frente con el último símbolo. Simple y sencillo. Podéis ver el sufrimiento del Tekerin al intentar dirigir su mirada a la pared. –Ese símbolo se repite en todas las ramas del árbol, es el último. El final de todo… después no hay nada-"


       Los personajes han viajado, desde el  Turán de Roca Gris, hacia el norte, hasta el imponente Monte de los Ancestros. Una gran montaña cuya cumbre tapan las nubes. La nieve cubre continuamente el camino. Accedéis al interior de la montaña por un acceso lateral y tras atravesar varios Dûms Enanos, llegan hasta el interior de la Caverna de las Lágrimas. Una titánica caverna en cuyo interior se encuentra un lago, del que surge el Árbol de Piedra. Una columna de roca que va ganando altura y se ensancha, hasta formar el techo de la caverna. Techo repleto de grietas por el que entra la luz del sol, dando la sensación de encontrarse bajo la sombra de un gigantesco árbol.
Tras navegar en bote por el lago y desembarcar, entran en la gigantesca mole de piedra, por un pequeño túnel. Y tras contemplar la simbología durante horas, a todos les queda claro, que aquella escritura tiene realmente algo especial, aunque no sepan decir que. Solamente la complejidad de los Kalkas ya es suficiente como para convencerles de que la labor de grabar todo aquello, tiene algo de sobrenatural. Nilraek les explica que en ocasiones, cuando una profecía o algún acontecimiento no se ha cumplido, la escritura se convierte en arena, desapareciendo así del árbol.
El Tekerin les conduce por los túneles, que Los Hermanos Descifradores han interpretado como la rama, que muestra la historia del pueblo Enano, hasta el final. Allí el Tekerin muestra un dolor palpable y apenas logra levantar la vista para mirar las paredes. Su frágil cuerpo no aguanta el dolor y no ha podido comprender que quieren decir aquellos últimos símbolos.
Tras mostrárselos, les hace una revelación: Él, junto con Durín Akmond, Comandante de los Guardianes de la Brecha, habían sido responsables del robo de importantes cantidades de Coralita. Robo que puso en peligro la seguridad de Azk durante un tiempo. Lo hicieron siguiendo la lectura que hizo el  Tekerin Nilraek, sobre un Kalka. No llega a comprender exactamente de que se trata, pero es un arma, hecha de coralita. Desde hace un tiempo, Nilraek trabaja con elfos, para tratar de comprender de que se trata y Durin Akmond les ha mandado parte de la coralita para que ellos puedan guardarla en un lugar seguro o tratar de averiguar nuevos usos.
Sin embargo, Durin Akmond, guiado por un sentimiento de culpabilidad dado el cargo que ocupa, ha decidido terminar con esa colaboración. Sigue teniendo en su poder un último cargamento muy importante de Coralita y Nilraek no sabe que hará con ella. Pero tiene claro que necesita recuperarla para continuar con su labor y prepararse para la tragedia que vaticina, ocurrirá muy pronto. Le ha pedido a los personajes que la recuperen, colaborando con Tárabin y algunos Hermanos Descifradores  y mercenarios. 
Los personajes no acaban de tener muy claras las intenciones de todos los personajes y necesitan un tiempo para pensarlo. El Tekerin Nilraek ha sido comprensivo y les ha dejado descansar en el Monasterio de los Hermanos Descifradores, junto al Árbol de Piedra hasta que tomen una decisión… pero el tiempo pasa y cada hora que pasa, es crucial.

 CONTINUARÁ.Notas del

El Imperio de los Desterrados: Coralita Ensangrentada(I)

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